Miro a la ventana y un reflejo que desconozco me mira incierto. El ruido de una ciudad de paso se escucha del otro lado. No comprendo por qué llegué hasta aquí. No encuentro las ganas que me empujaron a venir.
Observo la cama deshecha, no hay nada más en la habitación. Nadie más en la habitación.
Es fía, cargada de soledad desconcertante.
Y el arpa espera solitaria en un rincón, no sabe por qué Lázaro la despertó prometiéndole misonjas de cristal, pormetiéndole versos que no eran de verdad.
Ahora espera en el rincón olvidado, esperando que la melodía vibre en ella y sepa. Sepa por qué tiene que volver a andar.
Mientras observa: la cama deshecha. No hay nada más en la habitación.
Miro a la ventana
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