El mundo me tiene un poco harta. Pero este no va a ser
otro post más en el mundo blogger sobre política, economía y puños en alto.
Estoy tan cansada de todo eso que lo que leo me resulta otra comedura más de
cabeza. Mucho “piensa por ti mismo” pero luego te dicen qué pensar.
Basta ya.
Y basta ya de modas. De estereotipos, de tallas, de
modelos, de rankings de belleza y cómo deberíamos sentirnos. De tablas de
ejercicios para entrar en una 36 antes de final de verano y qué prenda te
conviene mejor para tapar tal o cual defecto.
Permitidme que hable con franqueza: iros a tomar por
culo. Los que me critican por no entrar en una talla aceptable, por no tener el
vientre plano y entrenar demasiado ese cuerpo tan vasto.
Creo que en este mundo no debes darle explicaciones a
nadie, porque es una pérdida de tiempo. Sobre todo para mí. Pero quizás me he
cansado demasiado “en silencio” sobre muchas cosas. Quizás mi método pasivo
(a.k.a “me la suda todo tres mil kilos”) haya pasado desapercibido para algunos
entes. Remanguémonos pues y expliquemos los pequeños intrincados de la vida.
Muy pequeños.
La gente es guapa. Yo soy guapa. Quizás no del modo en el
que la prensa, los anuncios y modelos nos machacan día a día a cómo deberíamos
ser. Deal with it. Soy guapa. Pero resulta que si lo digo abiertamente soy una
egocéntrica que no mide su humildad, en contraposición a callarme lo cual
reflejaría una enorme falta de autoestima. Aclárate, mundo. Pero mientras te
aclaras, yo te comento: guapa, yo, soy. A lo Yoda. Lo mismo me tienes que mirar
dos veces y hablarme un poco para darte cuenta. La atractiva y arrebatadora es
mi hermana, mi guapura viene más con ganársela a nivel interno. Qué shock.
Creo que cada uno es guapo a su manera y que bastante
viene de dentro. De cómo piensas, cómo hablas, las tablas que tienes en el
mundo y la conversación que puedas tener. Creedme: no hay nada más antimorbo
que un guapo que no sabe hilvanar dos frases seguidas o te reconoce con orgullo
y golpes orangutanes en el pecho que no leen porque es una pérdida de tiempo. He visto personas que valen mucho, que son increíblemente guapos desprestigiarse porque no tienen una talla x de pecho, porque tienen "mucho" culo, porque son bajitos o no se qué memez más. Todo porque alguien dice lo que atrae y lo que no. Cultivaos por dentro y lo de fuera no tendrá tanta importancia, porque todos
tenemos algo que no nos agrada de nuestro físico, nos creamos complejos que no
sirven de nada e intentamos enmascararlos u ocultarlos a toda costa. Me uno, he
tenido bastante momentos gilipollescos de estos. Todo porque alguien dictamina lo que debe atraer o lo que no. Quizás nunca se han encontrado en el momento en el que una sola mirada te desarma, o el corazón a mil con solo un roce en el cuello. No han sido encandilados por la sonrisa anónima de alguien hablando por teléfono por la calle.
Quizá sea el calor, la carencia de ropa o la tontura de
la gente, que crece exponencialmente, el caso es que en esta época se oyen aún
más sandeces de las acostumbradas.
Haceros un favor: si os arregláis, que sea por vosotros.
Porque os apetece estar guapos, no para que el vecino lo piense. La
autoaceptación ha de venir antes que la alabanza del vecino. A mí es que eso de
lamerse los culos y comerse las pollas indiscriminadamente y con hipocresía
como que me ha repelido una mijita siempre. Nada más.
Empieza viendo tus fallos, tus imperfecciones, encógete de hombros y mándalos a tomar viento. Que si entrenas sea porque es sano, no para entrar en una talla que cada marca de ropa debate qué número más bajo ponerle cada año. ¿Sirven de algo todos esos momentos frente al espejo echándonos piedras sobre nuestro propio tejado? De nada. Ya saldrás a la calle y los que se suponen que son buenos conocidos te apuñalarán un par de veces en el día antes de volver a casa, no les des más carnaza de la cuenta. Si sabes cuáles son tus defectos y los mandas a paseo, tendrás una vida más relajada y unas bonitas caras de frustración en aquellos que te critican. No hay mejor peelling en la vida.
Empieza viendo tus fallos, tus imperfecciones, encógete de hombros y mándalos a tomar viento. Que si entrenas sea porque es sano, no para entrar en una talla que cada marca de ropa debate qué número más bajo ponerle cada año. ¿Sirven de algo todos esos momentos frente al espejo echándonos piedras sobre nuestro propio tejado? De nada. Ya saldrás a la calle y los que se suponen que son buenos conocidos te apuñalarán un par de veces en el día antes de volver a casa, no les des más carnaza de la cuenta. Si sabes cuáles son tus defectos y los mandas a paseo, tendrás una vida más relajada y unas bonitas caras de frustración en aquellos que te critican. No hay mejor peelling en la vida.
La gente debería dejar de pensar en cómo parecer más la
masa y alegrarse de ser únicos, cada uno a su modo. Que dentro de un tiempo la
moda cambiará, los cánones de belleza se transformarán y volverán a comernos el
coco con lo que es aceptable y lo que no. Aceptaos a vosotros y el resto que se
rasque sus propias pulgas.