Diario de una araña (I)

Quiero hacer constancia al mundo de mi desdicha.

No se dónde me encuentro. Parece ser que estoy confinada en algo con paredes resbaladizas y que transforman la visión de mi alrededor. Es frustrante.

Recuerdo estar correteando entre las flores en busca de pequeños y mortales insectos que poder chupar hasta el tuétano cuando mi prisión me alcanzó. Me rodearon, intenté escapar pero fue en vano y aquí me hallo.

El viaje fue largo, se que cerca de mí había otra compañera que había visto alguna que otra vez por mis inmediaciones, pero se hizo el silencio y me quedé sola.

Unos grandes mamíferos, de los que según mis enseñanzas dicen llamarse humanos, me tambaleó, movió mi habitáculo y se aceron a observarme tras ese material translúcido y deformante de la realidad. Ahora vuelvo a estar parada, quiero subir a la cima para tener mejor posición ante un posible ataque enemigo pero las patas no se agarran bien a este material. No se lo que me aguarda, por ahora montaré guardia.

No tengo alimento ni escondrijo pero no desistiré.

Se despide hasta nueva orden, Pepi.