En la estación





La calma que solo otorga la noche envolvía la estación.

En el andén esperaban aquellos que quieren huir de algo sin importar la hora ni el destino. En el andén esperaban ellos, a quien el destino del tren que estaba por llegar no les incumbían, no les renovaba, no les importaba.

De pie, el uno junto al otro, diciendo poco, mirándose aún menos. En el estómago, la sensación de un vértigo siempre presente; en el corazón una punzada más fría que la propia noche. Un mismo pensamiento incapaz de decirse.

La voz monótona y mecánica anuncia lo que ellos ya ven, el tren acaba de llegar y los que huyen ya montan sin mirar atrás. Sin decir adiós, sin mirar nada más que el camino que tienen delante y han de recorrer.

Un leve susurro de manos rompe la imagen estática, que sin embargo, ofrecen ellos y por fin alguien se mueve. Nunca recordarán quien, si el uno u el otro.

Un abrazo fuerte, cálido y temeroso, con el miedo del adiós, y un nombre. Un nombre susurrado a gritos. Un nombre que encabeza una frase, un algo, de unas palabras que mueren sin ser dichas, que se ahogan en los labios demasiado tímidas e inseguras para salir.

Una despedida que no quería mirar en el alma. Mejor así. Sin saber.
Y se monta dejando atrás una imagen solitaria en el andén. Aún puede sentir su olor, su calor. Aparta la mirada de la ventanilla, prefiere no mirar mientras le dice adiós.

El tren empieza su andadura lentamente, como si supiese el error que están cometiendo. No puede evitarlo y le mira. Su figura solitaria en la estación se va alejando lentamente, y teme. Teme que jamás escuchará esas palabras que nacieron en el pecho de una noche fría y murieron al susurro de un nombre. Ya teme ese adiós.

Piensa su nombre y como si leyese su mente se vuelve. Por primera vez en la noche sus ojos se encuentran. Y ahora el temor les invade a los dos. El temor de la perdición, de la incertidumbre.

Y flota en el ambiente, un quizás, un no será, un adiós. Y el viento les susurra “no me olvides”, y sus corazones responden: “jamás”.





Somewhere over the rainbow...

Fingir

Fingir es un arte. Hay quien finge mejor y quien lo hace peor...o desastrosamente mal. Acerca del "Arte de fingir" siempre ha existido el debate. ¿Quién lo hace mejor, el hombre o la mujer?

Y puedes debatir durante horas, parafrasear, contextualizar, citar, anecdotizar... pero siempre queda lo mismo: las mujeres fingimos mejor :p

Los hay que hasta eligen a un puñado de gente dispar y desconocida por la calle para hacer un estudio:




Pero a mí me gusta dar guerra, así que abramos el debate. Vuestros argumentos: en los comentarios ^^

Tanabata


Porque los que no fuisteis, ¡no sabeis lo que os perdisteis!

Todo empezó a la tarde del 7, con Nagore y conmigo buscando regalitos chorras, peces F4 y demás pamplinesas. Llegamos más tarde de lo planeado a la sede donde se iba a celebrar la mencionada fiesta japonesa, y más tarde se nos hizo haciendo la cena de lo que hay anécdotas varias: como que de 8 rollitos de primavera solo quedaron comestibles 4, un sushi sin salmón y tempura en demasía.

Y luego ya es puro caos:
Un compañero de piso (el mío, apodémosle Agosto) que se une a la fiesta. Preparación de farolillos y papeles de deseos, más las pruebas y demás en una terraza de la cual nos echa un viejo en gallumbos.
1er traslado de la noche: de la terraza al balcón de la casa de las Vascas (:p)
Cena más o menos tranquila, betatesteando el mojito sin hierba buena, comprobando que los rollitos son comestibles y riendonos del viejo en gallumbos. Los vecinos se quejan y cambiamos de ubicación.
2º traslado de la noche: del balcón al salón.
Probamos que el sake huele como taberna chunga en la que las balletas están negras y endiondas y sabe aún peor.

Y ahora viene lo bueno: nosechalapoliciamientrasunachavalapululasorprendidahastamorirdiciendocosasenvasco XDDDDDDD

3er traslado de la noche: a una pequeña plaza no muy lejos de allí, donde se baila parapara, se escriben los primeros deseos y un monito llamado Momo es el protagonista.

4o traslado de la noche: a Plaza Nueva. Donde encontramos un arbusto con ramas de verdad y hojas de mentira. Atamos los deseos. Practicamos kung fu, se marcan unas cosas raras vascas con palos, nos reimos hasta pensar que nos vamos a morir de risa. Donde un tio que no conocemos se nos adhiere con una bici.

5o traslado de la noche: acompañamos a Agosto a su casa, nos despedimos.

6º traslado de la noche: acompañamos a otro chaval a su casa, se nos acopla otra vez Agosto XD

7º traslado de la noche: dormir en casa de las Vascas.




Un tanabata raro, en el que no hubo kimonos pero si sake del malo. Donde no hubo pesca del F4 (que ahora están placidamente en una pequeña pecera improvisada en mi casa) pero sí farolillos super chulos. Donde no estuvo toda la gente que se esperaba, pero los que estuvimos nos lo pasamos en grande. Y con aparición estelar de la poli XD

Una buena fiesta para despedir los exámenes.


Edito con algunas frases:

"Tiene ramas de verdad y hojas de mentira" N.

"Trae buena suerte que te lo cuelgue otra persona, aunque esté borracha" N.

"Es que cuando salgo la cabeza me pita" N.

"Que era rojo y estaba debajo de tu culo" Nagore

"Ya,ya,ya.No te estreses, tienes sindrome post-curso" N.

"¿Qué haces con estrés?" N.

"Naroa deja de colgar el árbol de los deseos en el árbol" Mei

"¿Pero tu te crees que soy guarra? ¡Llevo bragas!"N.

"Que fuerte (hablando de la bici)... ¿quieres galletas?" N.