Quiero hacer constancia al mundo de mi desdicha.
No se dónde me encuentro. Parece ser que estoy confinada en algo con paredes resbaladizas y que transforman la visión de mi alrededor. Es frustrante.
Recuerdo estar correteando entre las flores en busca de pequeños y mortales insectos que poder chupar hasta el tuétano cuando mi prisión me alcanzó. Me rodearon, intenté escapar pero fue en vano y aquí me hallo.
El viaje fue largo, se que cerca de mí había otra compañera que había visto alguna que otra vez por mis inmediaciones, pero se hizo el silencio y me quedé sola.
Unos grandes mamíferos, de los que según mis enseñanzas dicen llamarse humanos, me tambaleó, movió mi habitáculo y se aceron a observarme tras ese material translúcido y deformante de la realidad. Ahora vuelvo a estar parada, quiero subir a la cima para tener mejor posición ante un posible ataque enemigo pero las patas no se agarran bien a este material. No se lo que me aguarda, por ahora montaré guardia.
No tengo alimento ni escondrijo pero no desistiré.
Se despide hasta nueva orden, Pepi.
Diario de una araña (I)
Publicado por
Unknown
sábado, 28 de diciembre de 2013
Etiquetas: Diario de una araña , Escritos
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