Ajetreo de maletas, coge el bus, ese no que va a rebosar, haz cola, pilla billete, súbete al autobús, rumbo a ¿casa? Otro comienzo de fin de semana movido, pero la rutina de siempre. Viaje de vuelta a casa, o a la casa de mis padres, como ya solía llamarla, montada en un autobús lleno de gente, miro por la ventanilla con la mirada perdida. El mp3 se ha quedado sin pilas, no tengo música y la de al lado parece que tenga miedo de que la muerda si habla. Colinas, árboles, cielo, nubes… no hay nada más. Rutina, cansada rutina. Pero de pronto, una interferencia, pero una interferencia en un árbol. Como cuando a la tele se le va la imagen unos instantes cuando se acerca una tormenta. Mi adormecimiento se va en un instante y se me llena la cabeza de paranoias a la cual más loca.
En un instante todo se vuelve negro y me falta el aire. Me agito nerviosa. Parece que esté sumergida en algo líquido y viscoso, pero no importa, necesito aire, me ahogo. Aire… ¡¡¡Aire!!!! Agito los brazos buscando una salida, rozo con los dedos una capa, parece plástico, no me detengo a pensarlo, le doy puñetazos, la araño, le clavo las uñas. Aire, necesito aire. Recuerdo que llevaba un bolígrafo en el pantalón, echo mano al bolsillo para cogerlo, pero me sorprendo al tocar mi propia piel. No quiero morir, y menos así. Aire. Vuelve a arañar la capa que me rodea, un pequeño agujero. Suficiente, lo voy haciendo cada vez más grande hasta que se rasga por completo.
Caigo al suelo con un gran batacazo, me ha dolido, pero estoy viva y hay aire, algo viciado, pero ¿a quién carajo le importa eso? Es aire, puedo respirar.
Estoy cubierta por ese liquido viscoso, desnuda. Me molesta la cabeza, me toco con las manos, tengo algo clavado a los dos lados de la sien. Me los arranco, son una especie de cables terminados en unas agujas finas ahora manchadas de mi propia sangre.
-Cuando dije que necesitaba un cambio no pensé en esto exactamente-dije en voz alta, pero me costó pronunciar esas palabras, como si hubiese estado mucho tiempo sin hablar. Miré a mi alrededor, todo metálico, como dentro de una gran nave industrial. Muchas cápsulas como de la que acabo de salir, y cables por todos lados. Me acerco a una de esas cápsulas parece plástico, pero no es transparente, más bien opaco, solo llego a distinguir una silueta dentro, parece humana.
-¿Despierta ya, señorita?-una voz metálica de no se dónde resuena en la estancia. Recuerdo que estoy desnuda y trato de taparme con mis manos. Inútil, así que me resigno y tomo una actitud alerta.
-¿Quién eres tú? ¿Dónde leñes estoy? ¿Y qué es todo esto?-pregunté.
-Demasiadas preguntas y no creo que esté cómoda en ese estado. ¿Ve la puerta que hay a su izquierda? Pase, y siga hasta el fondo, gire a la derecha. Hay unas duchas.-No me moví-Oh, si hubiese querido matarla ya lo habría hecho, hace mucho…
Obedecí, y encontré las duchas donde la voz me había dicho. Una vez limpia encontré algo de ropa en bolsas de plástico en unas taquillas junto a las duchas. Chándal gris, chándal blanco, o chándal negro. Negro, por supuesto.
-Yo soy solo una voz, estás en el mundo real, y esto es la sala de “cultivo”-dijo de pronto la voz.
-¿Matrix?
-Pero ¿qué es matrix?
-Oh dios, eso no, enserio, ¿dónde está Morfeo? Vamos no me jodas, nada de rollitos metafísicos y filosóficos, con las tres películas tuve suficiente, aunque claro, la tercera era bastante mala, la segunda era más pasable, en mi opinión no tenían que haber…
-Ejem
-Em sí, ya me callo-me había salido la vena friki en un momento así, anda que ya me vale. Pero no me sentía del todo extraña, descalza sobre unos pasillos de metal, lúgubres y muy oscuros, hablándole a una voz que salía de yo no se qué sitio.-¿Pero por qué estoy aquí y el Sr. Smith no me ha matado ya?
-Te diste cuenta de la distorsión. Hay problemas en Matriz, el sistema está fallando y hay interferencias en la ilusión que todos ven. Tú te diste cuenta de ello y empezaste a pensar demasiado, quisieron desconectarte como ya han hecho con otros muchos, pero conseguimos pararlos a tiempo y dejarte con vida.
-Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah-mi boca llegaba al suelo.
-Pero no puedes quedarte aquí, rápido, sigue el pasillo de tu derecha, llegarás a un cruce con dos puertas, coge la II, una nave te espera allí, sigue las indicaciones del ordenador de abordo.
-Flipalo-Instantes más tarde estaba montada en una especie de moto voladora cubierta, siguiendo el GPS hasta el punto que me indicaba. Lo que podía ver del “exterior” del mundo “real” era oscuro, metálico, cables, muchos cables, parecía sacado de una película de ciencia ficción. En media hora llegué al lugar indicado, había una puerta escondida entre cables y más cables. Se abrió antes de que pudiera intentar abrirla yo. Un hombre de mediana edad, afro americano.
-¿Morfeo?-eso salió de mí sin pensarlo.
-Ya empezamos, anda pasa.- Entré a un enorme complejo de… algo complejo. Luz artificial, y cables, que manía con los cables, ¿no sabían lo que eran las alargaderas y las cosas inalámbricas? Si esto era el mundo real, pues vaya chasco, fíjate tú, oyes. –No limpiáis mucho por aquí, ¿verdad?
-Nos ha salido graciosilla la chiquilla, sígueme y calla, pesá.-me miró por encima del hombro, le di una patada en la espinilla. –Serás joputa.
-Vosotros me habéis metido aquí, así que no me mires altivamente, imbécil-le contesté, encima de que me llevaban allí sin preguntar. Vale que me habían salvado la vida, pero joder a mí nadie me habla así sin ni siquiera conocerme.
-¿Pasa algo?-un tipo de blanco, melena blanca, piel blanca y alto, apareció de sopetón. Su cara me resultaba familiar…
-¡Ag! ¡Uno de los gemelos malos! ¡¿Dónde carajo está Neo cuando se le necesita?!-grité como una loca, mientras me ponía en Modo-Ataque-a-lo-Karate-Kid.
-Otra, aún me pesa haberme metido en el sueño de aquel director, mira que ponerme como uno de los malos de la película…
-Jefe, esta es la chica que me mandó buscar-dijo aún quejándose el tio prepotente.
-Si, si, ya se, San…
-Para ti, Meiling.
-Pues Meiling, bienvenida a la Atlántica-y una musiquilla sonó por todo el lugar.-Les tengo dicho que regulen la música, ha sonado muy exagerado.
-¡Lo siento jefe!-gritó un muchacho desde detrás de un altavoz. Ahora que me fijaba, la voz del “jefe” era… la voz misteriosa que me había dirigido hasta allí.
-Tú eres el que me hablaba antes, ¿verdad?-le pregunté mientras le seguía hasta un edificio bajo, de dos plantas. Asintió con la cabeza.-Vigiláis aquel sitio, ¿no?, ¿con cámaras?
-Exacto, tenemos que estar atentos por si la Gran Mad…Auch!-le di un puñetazo en la espalda.
-¡Jefe!-gritó corriendo el prepotente de antes intentando separarme de su jefe y que no le diese una paliza de muerte.
-Podías avisar, ¡pervertido!, que estaba desnuda, ¡so hentai!-ahora tenía a tres tíos sujetándome para no pegarle la paliza del siglo al jefe.
-Fue un detalle sin importancia-dijo con una risilla. Mi cabreo aumentó y cuando estaba apunto de liberarme de los guardaespaldas, algo me dejó sin sentido.
Me desperté en una sala algo más iluminada, sentada en una silla. El “jefe”, unos cuantos tipos más, y una chica rubia, me miraban.
-¿Quién ha sido?-pregunté llevándome una mano hacia la cabeza, que ahora me dolía muchísimo. La chica alta y rubia levantó la mano.-y tú eres…
-Persefone-dijo no muy amigablemente cruzada de brazos y mirándome altivamente.
-Claaaaaaaaaro, dios mió de mi vida, que sitio de locos.
-Bueno, creo que aún no me he presentado como es debido. Meiling, yo soy Itsmon-dijo el jefe blanco. Casi me hecho a reír allí mismo, es más, creo que lo hice.
Según me contaron, Istmon era el que estaba al mando allí, Persefone era su segunda al mando, su perrita faldera y algo más. La tierra de los rebeldes, o los liberados, como les gustaban llamarse, era donde yo me encontraba, la Atlántida. Me dio otro ataque de risa. El programa principal que controlaba el mundo del que yo provenía tenía problemas, lo que había llevado a causar algunas interferencias, como la que yo vi, y cuando algunas personas más perspicaces se daban cuentan, eran desconectadas de inmediato. A algunas podía salvarlas, pero a veces llegaban demasiado tarde para otras. Los liberados sumaban ya una cifra considerable 20.000 personas, pero ni por asomo se acercaba ni a la mitad de todo el mundo atrapado en Matrix. Ellos se encargaban de recuperar a la gente que iba a ser desconectada e intentar detener a la Gran Madre (el programa central). Ya sabéis tipo Matriz.
Querían ponerme al mando de un escuadrón y que me uniese a ellos.
-Ya sabemos que eres demasiado joven para entrar en esta guerr…
-Muy bien-corté a Itsmon.-¿Vosotros podéis traer de vuelta aquí a quien queráis?
-Em… sí, bueno, pero para traer alguien aquí sin que hayan ordenado desconectarlo… es mucho más complicado y difícil, porque alguien se tiene que infiltrar en la sala de las cápsulas, encontrar al individuo en cuestión sin que los centinelas lo encuentren y bueno pues…
-Si quieres que os ayude en esta cosa vuestra, quiero a todos estos.-le entregué una lista, bastante numerosa cuando me paré a contar los miembros, ¡pero que diablos! Sin ellos no movería ni un dedo.
-Demasiados
-O todos, o me niego-me crucé de brazos y le di la espalda
-Demasiados-volvió a repetir.
-¡Estás loca! ¡Vas a poner en peligro a nuestros hombres para formar una tripulación con tus amiguitos!- me gritó Persefone, que rubia más insoportable.
-Sí, estoy loca, os jodeis. Y no pondré a nadie en peligro, iré yo, solo decidme lo que tengo que hacer, yo sola me basto.
Al final de unas numerosas instrucciones me puse rumbo a la sala de las cápsulas, Persefone iba conmigo, Itsmon la mandó. No hablamos, no nos mirábamos, solo nos soportábamos. Llegamos allí y nos colamos por la misma puerta por la que yo había escapado unas horas antes. Anda que menudo día. Nos infiltramos en la sala de las cápsulas, casi me da un yuyu. La sala parecía no tener fin, ni paredes, se extendía y extendía y extendía, con cápsulas y más cápsulas. Un pequeño ordenador, metí los datos necesarios y salieron los números de identificación de cada uno de los miembros de mi tripulación, así como las coordenadas en las que se encontraban.
Tardamos una hora en encontrar al primero, tuvimos que escondernos debajo de algunas cápsulas cuando unos centinelas hacían guardia. Afortunadamente dos de los tripulantes estaban uno junto al otro. Le hice una señal a la rubia y rajamos las cápsulas, a mí me habían dado (bueno, había “tomado prestadas”) unas dagas la mar de chulas, con un filo muy cortante, una hoja brillante y en la empuñadura una… Em, sí, que rajamos las cápsulas, el líquido viscoso, que ahora me fijaba en que tenía un color azulete, se esparció por todo el lugar, menos mal que las rendijas del suelo se ocuparon de que no me manchase demasiado. Tosiendo, asustados y desorientados salieron de sus respectivas cápsulas dos chicos. Les quitamos las agujas de la cabeza y les apremiamos para que se dieran prisa.
-¿Mei?-preguntaron al unísono mirándome con estupefacción. Luego miraron a Pers (es más corto así, y aunque parezca que hay confianza, no la hay, lo hago para molestarla), embobados, atontados. Me lo tenía que haber imaginado.
-Lender, Elf, os presento a Persefone
-Ooooooooooooooooh...-más asombro por parte de los dos.
-Y para matizar, diré que estáis desnudos, delante de vuestra capitana y de la rubia loca-se miraron horrorizados.
-AA…-no pudieron terminar su grito, les tapé la boca con unas ropas que traíamos en unas mochilas, casi los ahogo, pero era eso o que los centinelas nos descubriesen.
Algo parecido sucedió con los demás, mucho desconcierto por parte de todos. Bueno, Saga cuando oyó que la rubia que tenía delante era Pers, intentó saltar sobre ella gritando “hermanitaa!” pero lo pararon a tiempo.
Una vez conseguido reunir a todo el equipo nos largamos de allí lo más rápido posible, una vez en la Atlántida, se ducharon, cambiaron de ropa y se alinearon para hacer las presentaciones.
-“Jefe”, estos son mis chicos: Lender, Elf, Sheol, Saga, Arza, Erik, Erek, Iluminada, Tam, Tara, Hak, Leye, y Chiclez. –Todos asintieron conforme iban escuchando sus “nombres” sin romper la formación y sin dejar el estado de “firmes”. –Chicos, este es Itsmon, y la rubia de bote de aquí Persefone. Bienvenidos a un universo de ciencia ficción.
Un sueño, más un poco de imaginación, y el resultado es este.